La agricultura es la actividad humana que más impacta en el planeta, ya sea de forma directa o indirecta. Abarca casi el 40% de la superficie total y cerca del 50% del territorio en España. La mecanización e intensificación de esta actividad desde el último cuarto del siglo XX ha derivado en una serie de problemas para la biodiversidad.
Se estima que la agricultura intensiva es responsable de alrededor del 80% de la pérdida global de biodiversidad en áreas terrestres. Las prácticas agrícolas intensivas, que incluyen el uso excesivo de pesticidas, la deforestación para ganar tierras de cultivo y los monocultivos, están contribuyendo significativamente a la disminución de la diversidad biológica en todo el mundo.
Los principales problemas derivados de la intensificación de la agricultura incluyen la pérdida y fragmentación de hábitats naturales debido a su transformación en campos de cultivo y pastizales, así como la disminución de la diversidad genética domesticada debido a dominancia de un número reducido de cultivos de alto rendimiento. La eliminación de la cubierta vegetal natural para la agricultura intensiva aumenta la erosión del suelo, lo que afecta negativamente a la biodiversidad edáfica y puede provocar la pérdida de nutrientes esenciales para el crecimiento de las plantas. Además, la expansión agrícola intensiva puede conducir a la degradación a una mayor escala, reduciendo la diversidad de los paisajes y la pérdida de conectividad entre diferentes áreas naturales. Estos cambios también pueden tener impactos negativos en la fauna silvestre, dificultando los desplazamientos y la supervivencia de las poblaciones de muchas especies autóctonas. Otros problemas incluyen la contaminación del agua y del suelo debido al uso excesivo de pesticidas y fertilizantes, así como la disminución de la biodiversidad en los polinizadores esenciales para la reproducción de plantas y la producción de alimentos, afectando a la seguridad alimentaria y a la economía local. Con la intensificación de las prácticas agrícolas también se han perdido valores culturales y elementos etnográficos que estaban ligados a las prácticas tradicionales.
La diferencia entre las especies autóctonas, alóctonas e invasoras no solo radica en su lugar de procedencia. Las especies autóctonas son propias de su área de distribución natural, mientras que las especies alóctonas son especies introducidas en zonas que se encuentran fuera de sus áreas de distribución natural. Las especies invasoras tienen, además, el potencial de reproducirse y dispersarse con gran facilidad y rapidez, constituyendo una amenaza para la conservación de las especies autóctonas y sus hábitats. La presencia de especies autóctonas adaptadas a los ambientes de sus áreas de distribución natural permite la conservación de la diversidad genética de los ecosistemas, favorece su resistencia a perturbaciones externas y evita su homogeneización.
Todas estas problemáticas afectan a los servicios ecosistémicos, aumentan la vulnerabilidad de los ecosistemas frente a eventos climáticos extremos (por ejemplo, sequías, inundaciones y tormentas) y favorecen la proliferación de plagas y de especies exóticas invasoras. Esto afecta a la biodiversidad y a la disponibilidad de alimentos y otros recursos. Pero… ¿qué son los servicios ecosistémicos?
Los servicios ecosistémicos o contribuciones de la naturaleza a las personas se refieren a los beneficios tangibles e intangibles que los ecosistemas proporcionan a los humanos y a otros organismos en la naturaleza. Estos servicios son fundamentales para nuestro bienestar, ya que sustentan la vida (servicios de soporte), proporcionan recursos (servicios de aprovisionamiento), regulan impactos y funciones (servicios de regulación) o tienen una relación con el ocio o la identidad (servicios culturales).
Debido a la amenaza que supone la intensificación agrícola, incluyendo la mecanización, es necesario implementar estrategias que permitan la producción de alimentos sin poner en riesgo la biodiversidad de especies autóctonas y los servicios ecosistémicos. Con este fin surge la restauración agroecológica; su objetivo final es la mejora de los niveles de biodiversidad y de los servicios ecosistémicos sin afectar negativamente a la producción agrícola.
El enfoque de la restauración agroecológica, , busca recuperar y mejorar la salud de los ecosistemas agrícolas degradados o dañados, restableciendo la biodiversidad autóctona, la estructura del suelo, la fertilidad y los ciclos naturales, promoviendo la resiliencia y la sostenibilidad a largo plazo.
La restauración agroecológica estratégica se basa en la introducción de elementos en los campos de cultivo que no compiten por el uso de la tierra y que favorecen la recuperación de la biodiversidad y de los procesos ecológicos perdidos. La introducción de estos elementos, que ocupan un espacio muy pequeño y que impactan de una forma desproporcionadamente elevada en la biodiversidad autóctona y los servicios ecosistémicos que sustenta, es lo que se denomina “manicura” de los campos agrícolas (Rey Benayas, 2012).
Esta “manicura” puede conseguirse introduciendo elementos de infraestructura verde que aumenten la conectividad a escala del paisaje entre los distintas hábitats naturales y seminaturales, permitiendo el refugio y el desplazamiento de la fauna. La conectividad ecológica disminuye los efectos de la fragmentación de los hábitats naturales y el aislamiento de las poblaciones de las especies. El aumento de la biodiversidad debido a la mejor movilidad de estas especies (tanto vertebrados como invertebrados), y al enriquecimiento botánico, por ejemplo, mediante la plantación de setos multifuncionales o islotes forestales de varias especies, disminuyen la vulnerabilidad de los agroecosistemas al ataque de las plagas y a la proliferación de las especies invasoras. La presencia de estos elementos favorece enormemente el control biológico de plagas y la polinización.
En La Nava del Conejo se implementan medidas de manejo agrícola compatibles con el enfoque de la restauración agroecológica y medidas específicas para la conservación de la fauna y la flora como es el establecimiento de elementos de “manicura”. A continuación, se enumeran las principales medidas de restauración agroecológica implementadas:
prescindiendo de la utilización de fertilizantes no naturales que puedan contaminar el entorno y pesticidas, que además de contaminar, dañen la biodiversidad autóctona debido a sus efectos inespecíficos y de amplio espectro.
para disminuir la erosión del suelo y retener la escorrentía superficial que producen las lluvias. Esta técnica maximiza el aprovechamiento hídrico gracias al diseño y el manejo del patrón de laboreo del suelo a escala de parcela agrícola.
para el cultivo del cereal y las leguminosas, utilizando cultivadores y gradas de disco que no profundizan en el suelo y evitan la compactación subsuperficial (suela de labor).
introduciendo leguminosas que favorecen la fijación de nitrógeno en el suelo y dejando las parcelas cultivadas un año en descanso cada tres mediante la introducción de barbechos. En la finca se combinan los barbechos blancos (“desnudos” o arados) y verdes (con crecimiento de las hierbas espontáneas) para investigar su efecto sobre la escorrentía y la erosión del suelo.
en las lindes de las parcelas agrícolas. Estos setos tienen múltiples beneficios: reducen la erosión en toda la matriz agrícola gracias al aumento de la infiltración de las escorrentías y a la retención de partículas de suelo; aumentan las poblaciones de polinizadores silvestres; potencian el control biológico de plagas al favorecer la presencia de fauna útil (depredadores y parasitoides); favorecen la conectividad biológica de la matriz agrícola; y generan hábitat estable para la cría, descanso o alimentación de diferentes grupos de fauna, especialmente de las aves esteparias. Además, aumentan el secuestro de carbono, ya que, con el tiempo, se espera que los niveles de materia orgánica de estas franjas se acerquen a valores característicos de suelos más forestales. En La Nava del Conejo se investiga y compara el efecto que los setos agrícolas y las franjas sin cultivar tienen sobre el control de la erosión. Para ello se han usado parcelas experimentales tipo USLE W con y sin setos plantados, donde se recogen y el agua y los sedimentos tras cada episodio de lluvias. Hasta 2025 se prevé la plantación de más 6 km lineales de setos vivos.
en puntos estratégicos para favorecer la biodiversidad. Estas charcas producen y conectan hábitats y son fundamentales para las poblaciones de anfibios, reptiles e invertebrados acuáticos. Sirven como abrevadero y baño de aves y pequeños mamíferos, favorecen el control biológico de plagas de insectos y fomentan los valores paisajísticos y culturales de la finca.
como cajas-nido y posaderos para aves y refugios para murciélagos. Se trata de estructuras artificiales que facilitan espacios de nidificación, cría, acecho de presas, descanso o refugio, cuando estos son escasos en el territorio. Muchas de estas especies cumplen, además, un papel fundamental como reguladores biológicos de plagas agrícolas. Se realizan labores de investigación relacionadas con el seguimiento de la avifauna y los quirópteros (revisiones de refugios, anillamientos y censos científicos) que permiten evaluar si las prácticas sostenibles implementadas aumentan la abundancia de las poblaciones de las especies diana.
físicos (textura e infiltración), químicos y biológicos (nematodos) del suelo para evaluar cómo las prácticas de la agricultura regenerativa pueden mejorar la salud edáfica.
La restauración agroecológica en La Nava del Conejo representa un compromiso con la investigación de prácticas agrícolas sostenibles y compatibles con la conservación del paisaje, los ecosistemas y la biodiversidad. Las medidas implementadas contribuyen a la resiliencia de los agroecosistemas frente al cambio climático y favorecen la seguridad alimentaria y de recursos a largo plazo.
Todas estas investigaciones son posibles gracias a la colaboración con el IRIAF, el IMIDRA, el INIA-CSIC, la SECEMU y la UAH, y a la participación de expertos autónomos como Juan Francisco López Rubio y Jose Guzmán Piña.