Mamíferos Carnívoros

Las redes tróficas conectan las poblaciones de las diferentes especies por la necesidad de sus recursos alimenticios, teniendo un papel fundamental en el funcionamiento y la dinámica de los ecosistemas en su conjunto (p.e., el ciclo de nutrientes). Los niveles tróficos principales son los (1) productores primarios o autótrofos como las plantas, el nivel básico de la red trófica, que transforman elementos inorgánicos en materia orgánica utilizando la energía del sol; (2) organismos descomponedores (hongos y bacterias) y detritívoros (p.e., los insectos necrófagos), cuya fuente de energía es la materia orgánica muerta y garantizan nutrientes a los productores primarios; (3) los consumidores primarios, que se alimentan de los productores primarios (p.e., los herbívoros como los conejos); y (4) los consumidores secundarios, que se alimentan de los consumidores primarios. Estos últimos incluyen depredadores intermedios o mesodepredadores (p.e., el zorro y la comadreja), que se alimentan de herbívoros de pequeño tamaño, depredadores superiores, que se alimentan de grandes herbívoros y de otros depredadores (p.e., el lince, el lobo y el oso) y microbívoros (depredadores de microorganismos). El parasitismo y el parasitoidismo son otras relaciones tróficas.

Los mamíferos carnívoros participan en procesos tales como la (1) regulación del tamaño de las poblaciones mediante cascadas tróficas; (2) regulación de la distribución de especies, creando un “paisaje del miedo” en sus presas, que tratan de evitar las zonas donde los depredadores son más activos; (3) prevención de la propagación de enfermedades, al cazar y alimentarse de individuos enfermos y carroña, contribuyendo a la salud del ecosistema; y (4) la dispersión de semillas de plantas, ya que muchos de ellos se alimentan también de frutos, como es el caso de la gineta o la garduña. Son, además, bioindicadores del estado de conservación de los ecosistemas. La presencia y la abundancia de sus poblaciones depende en gran medida de la disponibilidad de alimento que, a su vez, depende de la estructura de la vegetación.

Las comunidades de carnívoros de la región mediterránea están habitualmente compuestas por mesodepredadores. Estos muestran preferencia por los paisajes heterogéneos constituidos por un mosaico agrícola, de matorral e incluso zonas urbanas, con presencia de parches forestales que proveen refugio frente al clima y otros depredadores como las aves rapaces. Esta situación a veces implica un conflicto por la interacción de los depredadores silvestres con las actividades humanas y los animales domésticos.

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¿Sabías que...

Las cascadas tróficas son los cambios que se producen en la cadena trófica como consecuencia de alteraciones en la abundancia y/o actividad de un nivel trófico. Por ejemplo, la disminución de la presencia de depredadores superiores como consecuencia de la caza tendrá efectos sobre las poblaciones de mesodepredadores y de grandes herbívoros, que aumentarán, lo que a su vez condicionará la estructura de la vegetación en el ecosistema. ¿Conoces el caso de los lobos de Yellowstone? Puedes ver un vídeo aquí.

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Amenazas de los mamíferos carnívoros

La intensificación de la agricultura en los últimos años ha contribuido a generar paisajes homogéneos, con grandes superficies de monocultivos y el uso de fertilizantes inorgánicos y otros fitosanitarios, lo que contribuye a la destrucción y degradación de los hábitats y a la pérdida de biodiversidad. Por ello, la gestión de los ecosistemas productivos tiene un impacto directo sobre las poblaciones de mesocarnívoros y el mantenimiento de las redes tróficas. Algunas de sus principales amenazas son la (1) pérdida y fragmentación del hábitat; (2) caza ilegal y conflictos con los humanos; (3) sobreexplotación de las poblaciones de sus presas; (4) contaminación ambiental; y (5) enfermedades, a veces exóticas, que les afecten directamente o a sus presas.

¿Sabías que...

Algunas especies de carnívoros son especies bandera, es decir, atraen el apoyo social o político con el fin de implementar y desarrollar programas de conservación que las beneficien a ellas y a otras especies menos llamativas de su comunidad, aunque igualmente importantes; un ejemplo es el lince ibérico. Otras, como la nutria, son especies clave, cuya actividad provoca un efecto sobre la estructura y la función del ecosistema que excede el esperado debido a su abundancia o tamaño. Por último, las especies paraguas como el oso pardo, requieren grandes extensiones de terreno para el mantenimiento de poblaciones mínimas viables, por lo que su conservación implica la protección de otras especies asociadas.

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Labor en la finca

En La Nava del Conejo se evalúa cómo las mejores prácticas agrícolas implementadas en el proyecto (Panel 3: Restauración Agroecológica) repercuten sobre las poblaciones de mamíferos carnívoros. Para ello, se realiza un muestreo anual de mamíferos carnívoros mediante (1) colocación y revisión de cámaras de foto-trampeo con infrarrojos en puntos estratégicos; (2) rastreo de indicios, como huellas y excrementos de los mamíferos carnívoros y sus presas potenciales, en transectos a pie y en vehículo; y (3) instalación de trampas de huellas diseñadas para detectar comadrejas.

Los datos recogidos mediante el trabajo de campo permiten conocer los porcentajes de ocupación y de detección de los mamíferos carnívoros y sus presas potenciales. En los censos entre 2021 y 2023 se identificaron seis especies de mesodepredadores: garduña, gato doméstico, gineta, meloncillo, tejón y zorro.

Todas estas investigaciones y actuaciones son posibles gracias a la colaboración con el IRIAF, la , la UAH y GREFA y a la participación de expertos autónomos.

Bibliografía

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